Historias Incoherentes
METODOLOGÍA
Son las historias que nos contamos para manejar la inconsistencia entre nuestras creencias y opiniones y nuestras acciones. Esas que nos decimos para no confrontar la incomodidad que nos provoca lo que no entendemos porque pensamos una cosa y hacemos otra. Las historias incoherentes nos ayudan a definir quiénes somos al menos ante nosotros mismos y a mantener esa definición funcionando.
No todas las historias que nos contamos a nosotros mismos o de forma implícita son incoherentes. Para poder identificarlas hemos establecidos cuatro pre requisitos básicos:
Producto de una discrepancia.
En el ejercicio de la libertad.
Requiere esfuerzo.
No hay recompensa o castigo evidente.
¿Por qué las historias incoherentes?
Basados en estudios de psicología conductual, identificamos que son estas narrativas y su trasfondo los elementos que necesitamos estresar para generar un cambio en el individuo. Siendo producto del malestar de nuestra propia inconsistencia son un punto de tensión útil para incentivar a cambios de opinión o creencia e incluso en el mejor de los casos a un cambio de comportamiento.
La historia de quién soy
¿Hago esto porque soy así o soy así porque hago esto?
Para los temas en los que nuestra opinión es explícita y pública, la primera declaración es la más congruente: Hago esto porque soy así. Contamos con una historia concreta que compartimos y usamos como directriz para saber quiénes somos y por lo tanto qué hacer.
Sin embargo, para la gran mayoría de los asuntos no hemos desarrollado una postura en particular, no sabemos quienes somos en este contexto y necesitamos descubrirlo. Para hacerlo analizamos nuestras acciones del pasado y concluimos cuál es la historia, es decir quiénes somos, a partir de qué hemos hecho. Nos decimos: “soy así porque hago esto”.
Las historias incoherentes nos ayudan a entender quien cree que el individuo que es y cuales son los elementos que sostienen esa creencia. Al manipular dichos elementos podemos confirmar dicha historia o persuadir de considerar cambios de comportamiento gracias a la necesidad del consumidor de mantener la historia de “quién es” funcionando.
La inconsistencia es incómoda e incluso puede llegar a ser dolorosa, creemos que la falta de consistencia nos desacredita, nos hace poco confiables o nos minimiza. Es por eso que generamos historias incoherentes, pequeñas historias alternas que mantienen la historia de quiénes somos funcionando.
Los detonantes para generar historias incoherentes dependen en gran parte del perfil de quién esté contando la historia. En perfiles con tendencias individualistas y que tienen mejor percepción de sí mismos, es sumamente importante ser congruente con las narrativas que ya tienen estructuradas.
En el caso de perfiles colectivistas, que tienden a tener una percepción propia más ambigua y tienden a asumir las narrativas del grupo como propias, lo que les lleva a experimentar incomodidad cuando sus acciones no coinciden con la narrativa grupal, cuando no coincide con el “así somos”.
Esto nos ayuda a entender que el objetivo principal no es la búsqueda de la narrativa en sí, sino sobre el origen incómodo de la historia, sin importar si es individual o colectiva.
Interpretando la historia
En ContraCalle hemos entendido que en el proceso de interpretar las historias incoherentes, debemos analizar sus componentes con el fin de comprender el origen incómodo de la historia. Una vez que detectamos una narrativa que nos parece relevante la juzgamos desde cuatro distintas dimensiones:
Como resultado somos capaces de clasificar las historias incoherentes en cinco categorías de acuerdo lo que logra el individuo al contar la historia:
Historias que minimizan la incoherencia.
Historias que resaltan acciones coherentes.
Historias que minimizan la responsabilidad.
Historias que atribuyen la incomodidad a otra causa.